La sardónice, el topacio y la esmeralda
A continuación descubrirás las virtudes y los poderes mágicos y terapéuticos que nuestros antepasados atribuían a las 12 piedras preciosas citadas en la Biblia por los redactores del Éxodo.
LA SARDÓNICE
Éste es el nombre que se daba a esa piedra en la Antigüedad para designar lo que hoy se conoce comúnmente con los términos de calcedonia o cornalina.
"Sardónice" deriva del griego sardonux, que a su vez está formado por sardion, que designaba la piedra de Sardes, y por onux, que significaba uña. Sandonux, o la sardónice, es efectivamente una piedra, cuya forma nos recuerda la de una uña. Sardes era la capital de Lidia, situada en Asia Menor, en la confluencia de los ríos Pactolos y Hermos. Esta ciudad era famosa por su prosperidad, ya que el río Pactolos iba cargado de pepitas de oro, y se la llegó a llamar la segunda Roma. Por tal razón el término pactole ha entrado en algunos idiomas, como el francés, para designar una importante suma de dinero.
Actualmente, la palabra "sardónice" ya no se utiliza, y la calcedonia y la cornalina -que no deja de ser una especie de calcedonia- se han introducido en el lenguaje habitual de los minerólogos.
El nombre de calcedonia procede de la antigua ciudad de Khalkedon, o Calcedonia, lugar de Bitinia de origen tracio, situado en el Bósforo. Actualmente se llama Kadi Coci. Debemos saber que el ágata, el jaspe, el ónice, el heliotropo y el sílex, entre otras, son variedades del cuarzo microcristalino. Sin embargo, esta piedra, que se puede considerar la más representativa de la especie, tiene un bello aspecto translúcido, azul y gris. Se le atribuía el poder de estimular, fortalecer y hacer más resistente al que la llevaba. Se creía también que protegía de la tormenta, que tenía efectos terapéuticos y curativos contra la depresión, aniquilaba los pensamientos oscuros, el mal humor, las pesadillas, que ahuyentaba a los fantasmas o a los espíritus tristes y preservaba de las mordeduras de serpientes o picaduras de insectos.
En cuanto a la cornalina, cuyo nombre le viene de su transparencia córnea, es una calcedonia de color rojo carne.
A causa de este color, por aliteración, se la ha llamado a veces "carneliana", haciendo alusión al término carne.
Así pues, el mineral fue asociado a la pasión, a la sensualidad, a la posesión. a la carne y a la sangre, pero también al corazón sagrado y al amor absoluto.
Sus poderes y virtudes terapéuticas
Era la piedra mágica de la diosa Isis, de la cual se creía que tenía el poder de traer el amor a las mujeres, de volverlas fecundas y curarles todos los problemas relativos a la sangre: menstruaciones, heridas sangrantes, hemorragias nasales, calentamiento de la sangre, que son la cólera y las pasiones.
"La cornalina nace más bien del aire caliente que del aire frío y se encuentra en la arena. Cuando a una persona le sangra la nariz, debe calentar vino y poner dentro una cornalina. Esta persona debe beber este líquido; las hemorragias nasales se pararán en seguida", escribió, a orillas del Rhin, la abadesa benedictina santa Hildegard von Bingen (Hildegarda de Eibingen), en el siglo XII.
Según una leyenda contada por Plinio el Viejo en su Historia natural, del siglo I de nuestra era, el nombre griego del topacio, topazus, topazion o topazon, derivaría de una palabra tomada de un dialecto africano, el de los trogloditas, antiguo pueblo del que no conocemos casi nada. Esta voz designaba una isla en el mar Rojo, llamada actualmente isla de San Juan y situada frente a las costas egipcias, lugar donde se debió encontrar la piedra por primera vez. Si nos atenemos a la leyenda, esta isla estaba infestada de serpientes, guardadoras de estas piedras. Los fuegos de dichas piedras iluminaban la noche, dando a la isla, que casi siempre estaba cubierta por una espesa niebla, una claridad sobrenatural. A veces amarillo dorado, azul pálido o verde, el topacio es en realidad casi siempre incoloro. Sin embargo, esta famosa claridad que desafiaba a la noche y a las fuerzas de las tinieblas lo ha convertido en una piedra simbólica de la fe, la honestidad, la pureza, la rectitud y la lealtad.
Sus poderes y virtudes terapéuticas
También se suponía que aportaba riqueza, prosperidad, reconocimiento de los propios méritos, honor o gloria al que la llevaba.
Se creía igualmente que protegía contra la venganza o los espíritus maléficos. Sus virtudes terapéuticas eran muchas. Decían que hacía maravillas en todas las afecciones gripales, procedentes de virus, hepáticas y sanguíneas, pero también y sobre todo, en las enfermedades oculares.
"Cuando alguien note que sus ojos se ensombrecen, debe dejar una piedra de topacio en vino durante tres días y tres noches. Por la noche, antes de acostarse, debe tocar sus ojos con dicho topacio rutilante para que penetre todo el líquido. La persona puede utilizar también este vino durante los cinco días siguientes de haber lavado la piedra. Cuando por la noche quiera tocar sus ojos con el vino, debe devolver la piedra al líquido. Debe realizar una nueva preparación con el vino y la piedra. Éste es el mejor remedio para los ojos. Después de esta curación, volverá a tener claridad", escribió santa Hildegard von Bingen.
LA ESMERALDA
El término griego smaragdos, de donde proviene el latino smaragus, y que ha dado "esmeralda", tiene su origen en la palabra sánscrita samaraka, probablemente emparentada con la que da nombre a la mítica ciudad de Samarkanda, en el Uzbekistán. En todo caso, se trata de una voz de origen semítico que significaba "brillante". En el siglo XIX, Víctor Hugo bautizó con el nombre de Esmeralda a la heroína de su novela Nuestra Señora de París. Esta piedra preciosa, casi siempre de un bello color verde, fue muy estimada por su belleza durante toda la Antigüedad. Era el atributo de la Deméter griega que los romanos llamaron Ceres, nombre cuya raíz etimológica significa "crecer". Ambas eran diosas de la vegetación, la fertilidad y la abundancia. siendo Deméter, por supuesto, la gran diosa maternal de la Tierra.
Sus poderes y virtudes terapéuticas
La esmeralda fue también conocida como la piedra que concedía el conocimiento de los misterios, que favorecía la sabiduría y que otorgaba la iluminación al que la llevaba. De ahí que se le atribuyeran los poderes de proteger contra todos los sortilegios, los maleficios y demonios; por lo cual, como es de suponer, resultaría bastante útil durante la Antigüedad y la Edad Media. Por otro lado, el gran sacerdote de los hebreos, Aarón, utilizaba las esmeraldas con fines adivinatorios. Llevaba el ourîm y el toummîn en su pecho y los utilizaba como dados para interrogar al oráculo. La esmeralda también poseía muchas otras virtudes benéficas para nuestros antepasados, y se creía realmente que podía aportar todos los placeres, toda la alegría y felicidad de la existencia. Como podemos imaginar, sus virtudes terapéuticas y curativas eran también muy numerosas. Prácticamente, desempeñaba la función de remedio y de piedra milagrosa.
En su Lapidario (o libro de las piedras) del siglo XIII, el rey de Castilla Alfonso X el Sabio anotó que el hombre que llevara consigo una esmeralda "no tiene ganas ningunas de unirse con mujeres y, aunque lo intente, no puede acabar ninguna cosa mientras la piedra tuviere consigo, por eso los sabios antiguos dábanla a los religiosos, a los ermitaños y a aquellos que prometían de tener castidad. Y algunos de los gentiles que tenían porley de no yacer con sus mujeres sino en tiempos señalados, por deseo de empreñarlas más pronto y hacerlos hijos más recios y más fuertes, traíanlas siempre consigo en todo otro tiempo, menos cuando querían engendrar. Y si dieren de esta piedra molida a beber a algún hombre, peso de tres dracmas, nunca jamás tendrá poder de yacer con mujeres".
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