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martes, 21 de junio de 2022

El Tarot: Su origen y su historia


De todos los símbolos, fichas y emblemas que se han utilizado a lo largo de los siglos para los distintos juegos, ninguno resulta tan atrayente y sugestivo como los naipes. De siempre, ha existido una fuerte atracción por la baraja, creando un nexo común entre las personas y las cartas. No importa de dónde provienen, puesto que su origen no es totalmente desconocido; bien pudiera ser de la India, traídas al oeste por tribus nómadas de gitanos que ya se servían de ellas para descubrir los designios de loculo; o quizás vienen del maravilloso y oscuro mundo egipcio, en cuya Avenida de las Esfinges, excavada a partir de 1964, y que une las grandes pirámides de Luxor y Karnak, aparecen esculpidas en piedra, 3000 años después de su construcción, unas extrañas figuras que bien pudieran ser la base del Tarot actual.

Con certeza sólo sabemos que la baraja aparece en China a principios del siglo XII por encargo del emperador Huei para distraer los largos ocios de sus múltiples mujeres, y que al poco tiempo se van expandiendo por Europa, especialmente por Italia, pudiéndose hoy reconstruir su historia por diversas leyes y decretos que van apareciendo para prohibir su uso.

Sin embargo, a finales del siglo XIV son tan populares que la corte francesa las adopta, y aún hoy se pueden contemplar en la Biblioteca Nacional de París los restos de tres barajas que el rey Carlos VI encargara a un pintor de nombre Gringoneur, de quien no sabemos si las copió o si fueron creación exclusivamente suya. Tampoco importa, baste constatar que el Tarot ha hecho su entrada triunfal en la Historia, puesto que por primera vez se tiene conocimiento del mazo actual dividido en 78 láminas, con sus 22 Arcanos Mayores y 56 Menores. Esta composición, hoy clásica, ha sufrido una serie de variantes importantes. Así, a principios del siglo XV, se popularizó en Italia un juego reducido, al que le faltaban 16 cartas (del 2 al 5 de cada palo) denominado Tarochino de Bolonia, que dio origen a una furibunda diatriba por parte del religioso abate Bernardino, cuyos seguidores se dedicaron a quemar cuantos mazos de naipes hallaban aduciendo el carácter pecaminoso del juego. También surge por la misma época el Minchiate, compuesto de 98 cartas y que originó una sonada revuelta entre las brujas de Florencia, acabando muchas de ellas en la hoguera por su causa.


miércoles, 15 de junio de 2022

Hechizo: Para llenar tu casa de energía positiva

 


NECESITARÁS

  • Siete velas que correspondan a los siete colores del arco iris
  • Siete candelabros
  • Siete cintas que correspondan a los siete colores del arco iris
  • Fósforos de madera
  • Un centro floral que hayas compuesto tú (puede ser natural o artificial)


MOMENTO

Este ritual se prolonga durante varios días, pero lo más importante es que empieces un domingo por la noche.


REALIZACIÓN

Ata a la base de cada vela, con un pequeño lazo, la cinta del color que le corresponde. Fíjalas en los candelabros. Coloca la composición floral en la ventana de la habitación en la que has decidido practicar el hechizo. Si no puedes colocarla en la misma ventana, procura que esté lo más cerca posible de ella. Enciende las velas durante quince minutos cada día pensando en tu deseo y repite el ritual hasta que se hayan consumido por completo.


jueves, 7 de abril de 2022

Hechizo: Para atraer el amor

 

NECESITARÁS

  • Dos cucharaditas de agua
  • Seis gotas de aceite esencial de geranio
  • Un quemador con su lamparilla
  • Fósforos de madera
  • Una vela rosa
  • Tres gotas de agua de rosas
  • Tres gotas de agua de violetas
  • Un saquito de tela natural que hayas cosido tú
  • Un pedazo de algodón
  • Seis pétalos de rosa de color rosado
  • Seis jacintos sin tallo
  • Una cucharadita de raíces de violeta secas
  • Cordón negro y fino


MOMENTO

Un viernes cuando la luna esté en fase creciente.


REALIZACIÓN

Pon el agua y la esencia de geranio en la parte superior del quemador y enciende la velita situada en la parte inferior y la vela de color rosa mientras repites:

"Espíritus del amor, escuchad mi plegaria. Cuando lo necesite, colmad mi aflicción con afecto y amor sinceros".

Echa las dos cucharaditas de agua de rosas y de violetas en el algodón e introdúcelo en el saquito de tela. Añade los pétalos de rosa, los jacintos y la cucharadita de raíces de violeta. Coge el saquito y repite veinte veces.

"Todo saldrá bien. Todo se cumplirá por la influencia de este hechizo de amor".

Fija la bolsa en el cordón y hazte un colgante con ella. Llévalo cerca de tu cuerpo siempre.


jueves, 10 de marzo de 2022

Hechizo: Para mantener o recuperar el fuego de la pasión


NECESITARÁS

  • Seis vainas de vainilla
  • Dos tazas de tequila (500 ml)
  • Una vela roja
  • Fósforos de madera
  • Una botella de cristal


MOMENTO

La noche de un sábado, día dedicado a la divinidad orisha Yemanjá, cuando la luna esté en fase creciente.


REALIZACIÓN

Enciende la vela roja, concéntrate en tu deseo e invoca a Yemanjá, diosa del amor para que te ayude. Puedes decir, por ejemplo:

"Salve Mai Yemanjá, señora de las aguas. Pido tu ayuda para elaborar este filtro que encenderá de nuevo la pasión que (el nombre de la persona amada) sentía por mí. Salve Mai Yemanjá".

Echa el tequila en la botella y deja macerar las vainas en el alcohol durante tres semanas. Remueve la mezcla varias veces cada día. Transcurrido ese tiempo, añade diez gotas de este potente afrodisíaco a tu bebida y a la de tu pareja durante una velada especial.




viernes, 4 de marzo de 2022

Hechizo: Para salir de una situación económica difícil


NECESITARÁS

  • Cinco velas de color púrpura
  • Un candelabro
  • Fósforos de madera
  • Aceite esencial de albahaca
  • Un punzón o cuchillo afilado

MOMENTO

Repetirás este ritual durante cinco días consecutivos y aproximadamente a la misma hora. El primer día debe ser un jueves.


REALIZACIÓN

Coge una de las velas y graba en ella el nombre de tu empresa o negocio y la palabra "ÉXITO", con la ayuda del punzón o cuchillo, desde la base de la vela hacia la mecha.
Coge la vela con la mano izquierda, úntate los dedos de la mano derecha con el aceite de albahaca y unge la vela realizando lentos movimientos ascendentes mientras te concentras en tu deseo.
Coloca la vela en el candelabro, enciéndela y luego recita siete veces:

"Arcángel Sachiel, regido por Júpiter, te invoco para que me ayudes con tu influencia mágica y aportes fuerza a este negocio en crisis. Hazlo brillar con resplandor y buena fortuna, ayuda a esta petición con el elemento fuego. Que así sea y así será".

Repite este ritual utilizando cada día una vela nueva y dejando que se consuma por completo. 

jueves, 24 de febrero de 2022

Hechizo: Para que vuestro amor perdure y se renueve

 

NECESITARÁS:

  • Una vela verde
  • Un ramillete de acebo bastante grueso y preferiblemente con bayas rojas
  • Un ramillete grueso de hiedra y tejo
  • Un "soporte-oasis" sobre el que montar la guirnalda de unos 20 cm de diámetro
  • Un vaso de agua de fuente o manantial
  • Fósforos de madera

MOMENTO

La noche de un viernes cuando la luna esté en fase creciente

REALIZACIÓN

Enciende la vela con un fósforo de madera y mientras repite:

"Enciendo esta vela para que ilumine esta acción. Que la estrella de Venus brille sobre (di tu nombre y el de tu pareja)".

Distribuye las ramas de acebo, hiedra y tejo de manera que formen ramilletes más pequeños y fíjalos sobre el anillo. Trabaja concentrándote en tu deseo y cuando la guirnalda sea tupida y el soporte ya no se vea, colócalo delante de la vela. Sujeta el vaso de agua de lluvia con tu mano izquierda y cúbrelo con la palma de tu mano derecha, mientras repites:

"Bendigo y consagro este agua para que nos ofrezca vida y amor por donde quiera que pase".

Mete la mano en el vaso, rocía el follaje con unas cuantas gotas y vierte el resto en el depósito del soporte. La guirnalda debe estar a tu vista y tiene que recibir luz del sol.


miércoles, 9 de febrero de 2022

Hechizo: Para que en tu casa reinen la paz y la armonía

 

NECESITARÁS 

  • Un manojo De perejil fresco
  • Agua 


MOMENTO

Para atraer la armonía  practica este hechizo la noche de un viernes, día regido por Venus, cuando la luna esté en fase creciente.


REALIZACIÓN

Coge el manojo de perejil y deja que se empape de agua durante un cuarto de hora. Transcurrido ese tiempo, rocía con él todas las estancias de la casa mientras pronuncias el siguiente conjuro:

"Que la esencia de este perejil mezclada con el agua haga que reinen la calma y la serenidad. Que así sea y así será".

 

 

miércoles, 2 de febrero de 2022

Hechizo: Para atraer la buena suerte

 


Este hechizo te ayudará a atraer la buena suerte en todo lo que hagas.

NECESITARÁS

  • Una vela verde
  • Fósforos de madera
  • Un trozo de pergamino de 7 X 7 cm
  • Una pluma de oca con la que puedas escribir
  • Tinta roja
  • Una hebra de hilo de seda verde de 7 cm


MOMENTO

La fecha más favorable es un miércoles por la noche, cuando la luna esté en fase creciente.


REALIZACIÓN

Enciende la vela y trabaja únicamente con su luz. Utiliza la pluma y la tinta roja para escribir sobre el pergamino el siguiente conjuro:

"Invoco la fuerza del planeta Mercurio, para que me conceda la buena suerte que necesito en (precisa aquí el terreno en el que querrías que la buena suerte se manifestase).

Que así sea y así será".


A continuación enrolla el pergamino de manera que forme un tubito y átalo con el hilo de seda verde. Guárdalo cerca de ti y tócalo de vez en cuando pensando en aquello que deseas.

miércoles, 19 de enero de 2022

Augurios y auspicios o la adivinación entre los romanos

 

Un ave solo puede ser de buen augurio. Si ves alguna cruzando el cielo de tus sueños o de tus pensamientos, significa que se te deparan buenos auspicios.


Podemos hablar realmente de una cultura adivinatoria típicamente romana? Nada menos seguro, porque este pueblo, que tuvo la ocasión de enfrentarse a culturas muy diversas en muchas de sus colonias, aunque primero se inspiró mucho en la cultura griega, aparece más bien como un cruce de creencias y costumbres múltiples y variadas, algunas de las cuales integró tal como eran, otras las interpretó a su gusto, a otras, hacia las que sentía mucha hostilidad y que habría querido prohibir, las toleró con el fin de preservar la paz en las regiones de su inmenso imperio, dando su particular sentido a la noción de civilización.

Puesto que si los romanos dominaron durante mucho tiempo, sin duda fue porque pusieron un poco de orden, reuniendo a pueblos de creencias dispares, no siempre con la misma tolerancia, los cuales acabaron por autodescubrirse, comprenderse entre ellos y a veces unirse, ya que estaban bajo el yugo del Imperio romano y debían someterse a la ley romana o porque juntos se levantaban contra el imperialismo romano. En todo caso, muchos de estos pueblos, algunos de los cuales formaron el pueblo celta, se sometieron a la ley romana e hcieron concesiones para adoptar las costumbres menos bárbaras, por ejemplo la abolición de los sacrificios humanos, que los romanos detestaban y que, por toda Europa, se practicaban hace menos de 2.000 años. Únicamente los druidas, que constituían una categoría extremadamente poderosa, elitista y misteriosa, preservaron sus ritos y creencias, y supieron resistir a todas las presiones, hegemonías o intimidaciones de los romanos. Finalmente, los cristianos que siguieron las huellas de los emperadores romanos triunfaron ahí donde sus predecesores fracasaron y se inspiraron, entonces, en muchos ritos y reglas de los druidas para crear sus propias órdenes religiosas. Ya que, a fin de cuentas, únicamente una religión puede vencer y sustituir a otra. En efecto, la historia nos enseña que una nación, por más fuerza militar y política que tuviese, jamás ha acabado con una creencia religiosa. En cambio, a menudo ha sucedido lo contrario. Señalemos que por esta razón los dirigentes de la actual China temen tanto el despertar de determinadas creencias religiosas en su vasto país, el cual recordemos que está formado por más de mil millones de hombres y mujeres que, al contrario de lo que se cree, están lejos de tener una cultura única en común.

Finalmente, para completar, precisemos que, astrológicamente, la entrada de Urano en Piscis en el año 2003 -que permaneció en este signo hasta el año 2011- y aún más la de Neptuno en este mismo signo en el año 2012 -que permanecerá en él hasta el año 2025- permiten vislumbrar un aumento de la popularidad de todas las creencias religiosas, porque Urano y Neptuno se consideran indicadores de las grandes corrientes colectivas.

AUGURIOS Y AUSPICIOS ROMANOS


Los romanos se preguntarían si esto sería un buen augurio. En efecto, aunque hoy acostumbramos a hablar normalmente de buen o mal augurio, los romanos no podían imaginar que un augurio fuera malo, porque el mismo nombre de augurio designaba exclusivamente un presagio favorable o un saceauspirdote y adivino que se entregaba a trabajos adivinatorios con fines benéficos. Así, encontramos en augur, augurium, el latín augere que es la raíz del verbo aumentar, subrayando así que el augurio que un sacerdote o adivino romano revelaba debía sistemáticamente aumentar las oportunidades de aquél o aquélla a quien se dirigía el presagio. Por eso, podemos decir que un "buen augurio" era una redundancia, para los romanos, evidentemente.

En cuanto a los famosos auspicios, bajo el consejo de los cuales siempre deseamos estar, en Roma se referían exclusivamente a los presagios, previsiones y predicciones relativos al vuelo de las aves y, concretamente, una vez más, al sacerdote y adivino que se encargaba de examinarlos. En efecto, auspicio deriva de avis, ave, y spicere, examen. Y auspicium, que se formó a partir de estas dos palabras tan antiguas, designaba un presagio feliz y aun, podríamos añadir, el presagio feliz por excelencia. El augur, es decir, el sacerdote y adivino, se iba a la cima de una montaña desde la salida del Sol. Durante todo el día hasta que caía la noche, escudriñaba el cielo. Inmóvil, observaba y examinaba el vuelo de algunas aves, los gritos y los cantos de otras y designaba una zona determinada del cielo con su bastón, en la que fijaba su mirada sin descanso, teniendo en cuenta tanto los vuelos y gritos que se producían a su derecha como los que veía o creía ver a su izquierda.

Los primeros se consideraban nefastos,los segundos favorables. Y después de analizar los pros y los contras , finalmente presentaba sus auspicios, que siempre eran favorables. Como vemos, augurio o auspicio, el sacerdote y adivino romano solo se interesaba por los presagios favorables y afortunados, lo que dice mucho de la mentalidad de este pueblo, que parece que solo veía las cosas desde un punto de  vista positivo, a imagen de las cualidades que se atribuían a su dios Júpiter, que ocupaba un buen lugar en el zodíaco y que estaba considerado el astro de la alegría de vivir, del optimismo, de la generosidad y de la expansión. Ahora bien, no hubo nadie más expansionista y colonizador que los romanos, tanto para lo peor como para lo mejor, pues, con la distancia, muchos historiadores se recrean hablando de sus emperadores, que tienden a considerar genios, aunque no debemos olvidar que también fueron hombres muy sanguinarios si miramos la historia.


miércoles, 30 de junio de 2021

Las vidas anteriores

 

¿Tenemos una o varias vidas? ¿Estamos todos destinados a nacer, morir y renacer? ¿De dónde vienen las creencias en vidas anteriores?

Un cuerpo sin alma es algo monstruoso para nosotros. Tenemos miedo a la muerte y sobre todo a su representación física, material o espiritual. Solo hay dos perspectivas  que nos consuelan y nos hacen soñar: la supervivencia de nuestras almas después de su paso por la Tierra y los postulados de la reencarnación, tal como creemos conocerlos. En efecto, gracias a estas dos hipótesis esperamos y consideramos que nuestra alma se encarnará en este mundo y en otras épocas, que ya se ha reencarnado varias veces en el cuerpo de un hombre o una mujer y que adoptará todavía otras envolturas corporales después de la experiencia demasiado breve de nuestra vida actual. Sin embargo, dichas creencias son falsas.

REENCARNACIÓN Y METEMPSICOSIS

Ciertamente, desde la más lejana antigüedad hay testimonio de las creencias en los movimientos y desplazamientos del alma (metempsicosis), de la existencia del alma y su supervivencia fuera del cuerpo de carne y hueso. Se dan en civilizaciones diversas, entre muchas de las cuales no ha habido ningún contacto, transitará o relación. Para los hombres de la antigüedad (sumerios, egipcios, hebreos, griegos) o los doctrinarios de la teoría de la reencarnación (budistas, tibetanos, hinduistas) el alma está solo de paso en esta vida, viene de otro sitio, transitará al más allá y volverá, este ciclo de vidas sucesivas se considera una prueba, una condena eterna, una manipulación dirigida por dioses perversos, ángeles caídos y divinidades que han tomado poderes que no le pertenecen.

EL KARMA



Tanto para los hinduistas como para los budistas, lo que somos, nuestra existencia actual, el medio geográfico, social y cultural en el que nacemos, nuestras cualidades, debilidades, dones, limitaciones, nuestra parte del destino y la de la nuestro libre albedrío, está todo escrito en nosotros desde que nacemos y es el resultado de nuestros actos pasados, cometidos en vidas anteriores. De la misma forma, nuestros pensamientos y actos presentes están contados, están escritos en nosotros y condicionarán nuestra o nuestras vidas futuras, nuestra o nuestras siguientes reencarnaciones. Según esta teoría, es evidente que no estamos en esta Tierra por primera vez, pero también queda patente que existe una especie de Justicia inmanente que sopesa el bien y el mal realizados durante cada una de las reencarnaciones y nos gratifica o no, según el caso. Por otro lado, señalemos que la creencia en la resurrección de los cristianos está muy cerca de las doctrinas de la reencarnación, tal como se anuncian en el hinduismo. Así, la Logion (o sentencia) 41 de Jesús en el Evangelio según Tomás -del que sabemos ahora que se trata del Evangelio original donde se inspiraron los cuatro evangelistas- enseña "... al que tiene en su mano se le dará, y a quien nada tiene, hasta lo poco que tiene, se le quitará".

¿QUÉ ES EL KARMA?

Según el hinduismo, hay una "ley de la causalidad según la cual toda acción (karma) tiene una o varias causas y produce uno o varios efectos o frutos (phala)". Entonces, el vínculo entre karma y phala es comparable al de la causa y el efecto. No se puede evitar hacer el paralelismo entre este principio del karma y una ley física enunciada por Newton, según la cual "la acción y la reacción son iguales y opuestas y van siempre juntas". No hay que decir que después de esta ley, se concibió y fabricó el motor a reacción. El concepto de karma también se puede asociar a la idea de pecado, tan popular en la cultura judeo-cristiana -y que como sabemos actualmente proviene de unos relatos mitológicos mesopotámicos-, y al principio de la herencia genética y psicológica, demostrada por la ciencia moderna. En efecto, en todos los casos, aparece la idea de un capital o potencial adquirido. Del mismo modo, para el astrólogo, el karma o el destino de un ser está escrito en su carta astral. Ahora bien, si está escrito en sí mismo, tiene que salir de algún sitio. Para las teorías de los hinduistas está todo claro: "Según la ley del karma, todo lo que nos afecta hoy, para bien o para mal, es el producto de un encadenamiento de causas de las que hemos sido más o menos responsables, un encadenamiento que empezó incluso antes de nuestro nacimiento en esta vida. Y, asimismo, todo lo que hagamos hoy, tendrá sus consecuencias, sea en esta vida, sea en una o varias vidas futuras", ha escrito el estudioso del hinduismo Jean Herbert.

¿QUÉ PODEMOS HACER CON NUESTRAS VIDAS ANTERIORES?


¿Debemos especular sobre nuestras vidas anteriores o futuras?

Recordemos a la mujer de Lot, el sobrino de Abraham, que se instaló en Sodoma en el valle del Jordán, con su marido e hijos. Huyendo de esta ciudad y desafiando los consejos de su marido, que había sido advertido por el ángel de Yahvé, la mujer se giró para ver Sodoma en llamas y se convirtió en estatua de sal.

A partir de esta leyenda obtenemos la conclusión de que nunca es bueno para el hombre o la mujer recrearse en su pasado.

Aun temiéndolo, se trataría tan solo de nostalgia. Por otro lado, si la noción de karma implica que todo lo que fuimos en el pasado está escrito en nosotros, entonces, todo el bien que hemos hecho y el mal que hemos cometido, lo que somos hoy es una síntesis viviente de todo ello.

 

miércoles, 23 de junio de 2021

El cuerpo astral

 

Remitiéndonos a las fuentes de la creación del cuerpo astral, nos encontramos con la primera aparición del ángel

A menudo oímos a algunas personas hacer alusión a su cuerpo astral que, según sus testimonios,  y los tiene la facultad de separarse de su cuerpo físico y desplazarse en el espacio, a veces, incluso, en el tiempo.

Algunos también pretenden que tienen la capacidad de utilizar su cuerpo astral cuando quieren, simplemente poniéndose en condiciones de hacerlo. Otros, con los pies más en el suelo, sonríen o se burlan de esas afirmaciones, que no se toman en serio.

Pero muchos creen en este tipo de experiencias, aunque no las hayan vivido. Según un sondeo hace algunos años, el 57% de las personas preguntado creía en la existencia de un cuerpo astral y el 82% de ellas estaba convencido de que hay misterios que la ciencia nunca conseguirá resolver ni explicar. Lo creamos o no, debemos admitir que, desde siempre, el hombre sueña a menudo que vuela como un pájaro -se trata de un sueño recurrente y al mismo tiempo común a todos y que tenemos al menos una vez en la vida-, y los hombres voladores siempre han frecuentado nuestra imaginación.

Y aunque, hoy en día, nos haga sonreír el ver en viejas copias de películas de principios de siglo XX a hombres que, identificándose con Ícaro, se tiran desde lo alto de edificios o de montañas, encaramados en un complicado aparato provisto de alas para intentar volar, al mismo tiempo no hemos parado hasta ver realizada la hazaña de construir máquinas elaboradas con una tecnología de lo más sofisticado. Estas últimas no nos permiten realmente volar con nuestras propias alas, pero de todas formas, nos permiten volar y desplazarnos a velocidades impensables, desde un punto a otro del planeta, en un tiempo relativamente corto. Y lo que es más, hemos visto volar tantas veces a Superman o a Batman en las pantallas de cine y de televisión, que casi no nos sorprendería ver volar a un hombre realmente sobre nuestra casa o ante la ventana de nuestro hogar situado en el décimo piso de una torre de hormigón. Por lo tanto, pensándolo bien, la existencia de un probable cuerpo astral  no nos parece tan inverosímil.


¿DE DONDE VIENE LA CREENCIA EN UN CUERPO ASTRAL?

Probablemente las fuentes de la creencia en el alma, en la muerte y en el renacimiento, residan en la cábala, en algunos textos del Talmud de Babilonia en primer lugar y luego en el Sefer ha Zohar, más conocido por la sencilla apelación Zohar o Libro del esplendor, que data del siglo XIII de nuestra era. En las obras de los cabalistas descubrimos la noción de tselem o cuerpo astral, una esencia espiritual que todo hombre nacido en este mundo y que vive en la Tierra posee. Según estas nociones y creencias propias de los cabalistas, durante la concepción del feto por parte de la mujer, es decir, en la vida intrauterina, el ser que va a nacer será capaz de "ver" su futuro cuerpo, es decir, la cubierta corporal en la que su alma se encarnará.

Existirá y subsistirá después como una especie de sosia espiritual, que sería el semejante idéntico de su cuerpo físico y temporal. Este cuerpo astral, entonces, será el modelo divino sobre el cual el futuro ser realizará su propio cuerpo humano.

DEL CUERPO ASTRAL AL CUERPO DEL ÁNGEL


Así es como algunos seres, tal vez más iluminados que otros, o sencillamente porque su visión de la realidad estaba fuera de la normalidad y era diferente de la que todos tenemos en común, fueron dotados de la capacidad de ver lo que entonces se denominó cuerpo de luz, cuerpo divino, cuerpo glorioso y, finalmente cuerpo astral.

Señalemos que la creencia en la existencia de ángeles se basa en este mismo principio.

En efecto, algunos seres que han vivido la aparición o la revelación de este sosia o doble luminoso de su propio cuerpo físico a plena luz, no en sueños -sosia con capacidad para desplazarse en el espacio en total libertad-, vieron en él el rostro y el cuerpo del ángel tal como se lo imaginaban.

Los testimonios de seres que han tenido experiencias extraordinarias se van confirmando a través de los siglos, así los occidentales de la Edad Media creían en la existencia real, o más exactamente supra-real, de ángeles que vivían en otra dimensión, en otro cielo intermediario entre Dios y los hombres, y que desempeñaban el papel de mensajeros de la palabra divina, de protectores y de iniciadores de hombres y mujeres.

Por eso, el cuerpo del ángel y el cuerpo astral hacen uno solo, y el ángel no es otra cosa que nuestro sosia, nuestro doble, nuestro modelo divino. Según los cabalistas, cuando contemplamos el ángel, nos estamos contemplando nosotros mismos.

Ahí encontramos una creencia común a todas las civilizaciones y religiones del mundo: este mundo es un producto de nuestra visión, de la mirada que proyectamos sobre el mismo. Desde el momento en que dejamos de verlo, ya no existe.

Pero, entonces, es lícito que nos preguntemos: si este mundo no existe, ¿qué es lo que existe? Para los cabalistas la respuesta es: no hay ninguna diferencia entre un soñador y su sueño. Forman uno solo. Tal como dejó escrito el novelista Thomas Mann: "Podría ser que la acción de soñar formara un todo donde el sueño y su interpretación resultan inseparables; y el soñador y su sueño solamente son distintos en apariencia, en realidad, son intercambiables y hacen uno solo, puesto que ambos forman un todo".

LA CONSTITUCIÓN DEL CUERPO ASTRAL

Según la antigua tradición, el cuerpo humano está compuesto de tres cuerpos: el cuerpo físico, el cuerpo etéreo, constituido de cuatro éteres o fluidos sutiles, y el cuerpo astral. Este último estaría formado de una cubierta ovoide difusa, presa de torbellinos incesantes, remolinos fulgurantes que a veces se aceleran, según los pensamientos, sentimientos, emociones, deseos y humores del ser en cuestión. Tendría 7 puertas de percepción, que se sitúan exactamente en los puntos de los chakras.


miércoles, 28 de abril de 2021

La reencarnación a través de los tiempos: el budismo y el fin del deseo, del sufrimiento y de los renacidos

 

El deseo engendra sufrimiento. Abolir el deseo es eliminar el sufrimiento. Y cuando desaparece el sufrimiento se vence el deseo de renacer.


Cuando Buda nació en la India, en el siglo VI antes de nuestra era, la jerarquía de las castas se encontraba en pleno apogeo, con todas las desigualdades, injusticias sociales, económicas, humanas y los excesos que ésta conlleva. Algunas de ellas todavía existen actualmente.

En efecto, si aplicamos la ley de la transmigración de las almas de forma sucinta y esquemática a la vida social y pública de los hombres, haciendo intervenir las nociones de poder y privilegio, queda patente lo fatal de que se engendren desigualdades flagrantes, justificadas por creencias que algunos siempre han aprovechado para imponer sus leyes, sus deseos y satisfacer sus ambiciones, sin tener en cuenta las necesidades de los demás. En la India y en Asia, así como en Occidente y en todas partes, la corrupción de ciertas ideas potentes que pudieran aligerar el peso de la existencia de los hombres fue moneda corriente.

LOS 3 ELEMENTOS FUNDAMENTALES QUE RIGEN EL NACIMIENTO DE UN SER

No vamos a contar la vida de Buda, cuyo relato histórico se mezcla con la leyenda, sino lo que su advenimiento revela y aporta en las concepciones "reencarnacionistas", que tanto atraen a los occidentales  hoy en día.

Nos fijaremos primero en un punto concreto que, aunque a menudo se ha dejado de lado, nos parece de la mayor importancia en una época en que manipulando los genes de embriones humanos nos atribuimos el derecho de poder escoger incluso el seo del bebé que nacerá, esto cuando no nos planteamos generar seres con un patrimonio genético totalmente idéntico.

Así, según el budismo hay tres elementos primordiales que rigen el nacimiento de un ser: los embriones que, por una parte, son los espermatozoides y, por otra, los óvulos, pero todavía hay un tercer embrión del todo impalpable, y que ningún científico ha logrado aislar, y con razón. Este embrión invisible se considera, podríamos decir, un embrión kármico, es decir, portador de este conjunto de factores que determinan, o más exactamente, que en un ser determinarán las consecuencias, buenas o malas, según el caso, que deberá sufrir durante su próxima vida o reencarnación, a causa  de los actos, también buenos o malos, que cometió en el pasado en reencarnaciones anteriores.

De manera que si nos referimos a esta creencia Budista, inspirada en un mito hindú, se trata de un factor que siempre escapará a los genetistas: el gandharva, lo que aquí llamamos embrión kármico y que, en la India, primero fue entendido como divinidad reveladora de los secretos celestes y de la verdad divina.

Apsaras o divinidades femeninas

Originariamente, en la India, los gandharvas formaban un conjunto de divinidades, de las cuales no todas eran benévolas. Algunas podían ser demonios: "Así pues, los gandharvas, que a menudo se llaman los músicos celestes y su representación, con las apsaras (divinidades femeninas y ninfas celestes), en el cielo, por encima de los Dioses encarnados, tienen un papel complejo. Por una parte, bailan, cantan y tocan varios instrumentos para placer de los Dioses; son hábiles médicos y tienen cierta influencia en el movimiento de los planetas. Por otra parte, a menudo se les asocia con los peores asuras (demonios); emboscados en las palmeras, a veces se arrojan sobre los humanos y penetran en ellos, de manera que es extremadamente difícil practicar su exorcismo". cuenta el estudioso del hinduismo Jean Herbert.

Asuras o demonios

Como vemos , a partir de una creencia en ciertos espíritus, benéficos o maléficos, capaces de entrar en el cuerpo de un hombre o una mujer  en cualquier momento, pero sobre todo cuando estos últimos se sienten débiles y ansiosos por apoderarse de ellos -creencia que encontramos en todas las religiones de la Antigüedad y más antiguas todavía-, el budismo ha terminado por unirse a una especie de interventor misterioso que rige los renacimientos cada vez que un hombre y una mujer engendran un ser humano en la Tierra.

Según la doctrina búdica, se trata del mismo elemento que interviene en el instante de la muerte, separando los espíritus de la Tierra (que vuelven al Cielo).

LOS 4 PRINCIPIOS DE LA LIBERACIÓN DEL ALMA


Pero, siempre según esta creencia, el hombre está sometido al flujo de los renacimientos perpetuos y parece condenado a nacer, vivir, sufrir, morir y renacer hasta el infinito.

Para escapar a ello, valga la expresión, Buda enunció Cuatro Nobles Verdades, que enumeran 4 grandes principios,los cuales favorecen el advenimiento de la liberación del alma humana o del espíritu, que dejaría de ser condenado a verse arrastrado a la rueda de los renacimientos.

La primera Verdad es la llamada Duhkha o verdad del dolor. Demuestra que la vida en la Tierra es solamente una suma de sufrimientos e insatisfacciones: se sufre el día que se nace, se sufre por enfermedad y se sufre el día de la muerte. Nuestros cinco sentidos nos hacen sufrir, puesto que todos conocemos la privación, la falta, la separación, el hambre, la sed, el frío, etc.

La segunda Verdad es la que se llama Samudâya o verdad de la aparición del dolor. Revela que la causa de todos los sufrimientos se encuentra en el deseo, que busca satisfacciones, las cuales engendran nuevos deseos, y así sucesivamente en un encadenamiento interminable que condena a los seres al samsâra o ciclo de renacimientos.

La tercera Verdad es la llamada Nirodha o verdad del cese del dolor. Es la demostración de que la eliminación del deseo en todas sus formas pone fin al sufrimiento y a todos los sufrimientos humanos.

La cuarta Verdad es la llamada Ashtangika-Mârga o Noble Sendero Octuple, que los budistas llaman sencillamente la Vía o el Sendero y que da accesibilidad a los 8 caminos que permiten al hombre librarse definitivamente del sufrimiento.

Estos 8 caminos son:
  • la comprensión perfecta de las Cuatro Verdades Nobles,
  • el pensamiento perfecto o voluntad de renuncia y benevolencia,
  • la palabra perfecta o voluntad de no mentir nunca, 
  • la acción perfecta o voluntad de actuar bien y por el bien,
  • los medios de existencia perfectos o voluntad de no perjudicar jamás a los demás seres vivientes,
  • el esfuerzo perfecto o voluntad de cultivar en uno mismo lo que es sano,
  • la atención perfecta o voluntad de estar atento a todo lo que pasa en uno mismo, tanto en el propio cuerpo como en el espíritu,
  • la concentración perfecta o voluntad de recogerse.


miércoles, 21 de abril de 2021

La reencarnación a través de los tiempos: el hinduismo y la transmigración de las almas


Renacer eterna o infinitamente en la Tierra hasta que ésta desaparezca es un poco lo que propone la doctrina hindú.


En la India -una de las cunas de nuestra civilización junto con Sumeria, en Mesopotamia, y Egipto- es donde encontramos la más bella, la más inspirada y tal vez también la más antigua creencia en la reencarnación. Se concreta en la noción de samsâra, que significa literalmente "migración", y constituye el ciclo perpetuo, pero no eterno, de la vida, entendido desde el nacimiento al renacimiento, pasando por supuesto por la existencia y la muerte física.

De este  ciclo, según la doctrina  hindú, no escapa ningún ser viviente de la Tierra. Vida después de la vida, los hombres son sometidos a dicho ciclo mientras no son conscientes de que hacen uno solo con Brahmâ, dios creador del universo y de la vida, el equivalente de Yahvé para los hebreos, que no debemos confundir con "brahman", que es un principio de absoluto, una representación de lo que en Occidente llamamos el Todo, es decir, la Realidad suprema, inmutable, eterna y no dual, que no puede ser concebida ni percibida intelectual o racionalmente. Con el Aleph encontramos, de nuevo, un principio equivalente en la cábala.


LAS FUENTES DE LA CREENCIA EN LA TRANSMIGRACIÓN DE LAS ALMAS

¿Cuántos hombres y mujeres creyeron que no estaban en la Tierra por primera vez, que ya habían vivido y que volverían a vivir en ella? Es algo que nos cuesta imaginar. Y sin embargo, como siempre en la historia de la humanidad, en la que casi siempre todo se explica de forma sencilla, hubo un acontecimiento, una  circunstancia, un fenómeno que se produjo en algún momento y que fue el origen de las bases mismas de esta creencia.

En efecto, nuestros antepasados siempre tuvieron buenas razones para creer en ello.

Al preguntarnos sobre el tema, de entrada observamos que la noción de karma -es decir, el acto físico o psíquico, siempre según el hinduismo-, tal como nosotros los occidentales la percibimos y tal como fue integrada en nuestra interpretación de la transmigración de las almas y en nuestras propias creencias en la reencarnación, no tiene nada que ver con la admitida en la India.

De manera que el karma, en sus orígenes, no estaba en absoluto relacionado con eventuales renacimientos. En los Vedas no se hace ninguna alusión a la reencarnación ni al ciclo del nacimiento, de la vida, de la muerte y del renacimiento. Ahora bien, los Vedas son los textos más antiguos de la India arcaica. Los primeros datan aproximadamente del año 1600 antes de nuestra era. Los 7 Rishis, es decir, los videntes, visionarios, profetas, santos y poetas que, según la leyenda mítica hindú, tuvieron la revelación de los Vedas y fueron sus autores inspirados, componían los himnos y los mantras de los Vedas -nombre que, en sánscrito, significa "saber, doctrina sagrada".

Al mismo tiempo, en Sumeria aparecían los primeros tratados adivinatorios y nacía la hemerología, es decir, la adivinación a través del calendario de días fastos y nefastos, y los egipcios colocaban las bases del Libro de los muertos, el libro sagrado de todo el antiguo Egipto. En estos primeros textos sagrados de la India, pues, el karma se considera el acto o conjunto de actos que se cumplen, de los cuales derivan, evidentemente, consecuencias inevitables. Pero en ningún sitio se hace mención al "precio a pagar", según la noción tan apreciada por los occidentales.


En realidad, habrá que esperar hasta el siglo VIII antes de nuestra era aproximadamente, es decir, casi ocho siglos, para presenciar la aparición de un nuevo principio: el encadenamiento de causas y efectos que producen los actos p, si se prefiere, el hombre y sus actos, que hacen uno solo. Aunque celebre sacrificios a los dioses y se aplique mil y una penitencias, la causa produce em él el mismo efecto, nada cambia jamás. ¿Si los dioses no pueden hacer nada para salvar al hombre, quién sino él mismo podrá hacerlo obrando, actuando y comportándose de manera que pueda abandonar este ciclo infernal e infinito de nacimiento, vida, muerte y renacimiento?

Pero fue sobre todo entre los siglos V y II de antes de nuestra era cuando los poemas de la Bhagavad-Gita o el "canto del bienaventurado señor" -el texto que podemos considerar el equivalente a los evangelios de los cristianos para los hindúes- revelaron e hicieron popular un principio filosófico esencial en la creencia en la reencarnación: no son los actos  mismos los que obligan al hombre a nacer, vivir, morir y volver a nacer infinitamente, sino el apego de éste a sus propios actos. Por eso, para liberarse del apego a sus actos y salir del samsâra o de la migración de las almas arrastradas hacia la rueda de los renacimientos, el hombre debe alcanzar el samâdhi, un estado de conciencia superior que puede obtener concentrando su espíritu sobre un objeto con el cual se identifica. Sin embargo, para los hindúes, esta concentración no se mueve por una voluntad activa con el fin de fijarse en un punto concreto. Se trata más exactamente de un estado de fusión natural entre el hombre y el objeto en cuestión, que no forman sino uno solo. Por ello, el ser que actúa a partir de una necesidad vital y natural, que hace lo que debe o lo que se debe hacer en el momento oportuno y adecuado, sin fijarse ni apegarse a sus actos -así como el viento tiene la propiedad de soplar, la lluvia de caer del cielo, los ríos de fluir hacia el océano, el Sol de brillar y la Tierra de girar, por ejemplo-, es samâdhi, según los hindúes. Samâdhi es, pues, una especie de perfecto estado de ósmosis.

 NOSOTROS Y LA REENCARNACIÓN

Por tanto, cuando tendemos tan a menudo a creer, a esperar, a querer otra vida, una siguiente vida sobre la Tierra, cuando estamos tan dispuestos a contar historias, aventuras y desventuras de nuestras vidas anteriores, en que nos imaginamos, evidentemente, en situaciones más bien agradables, o en la piel de personajes más bien simpáticos o que destacan, estamos totalmente fantaseando.

Puesto que, según la doctrina hindú. nacer, morir y renacer forman juntos un ciclo infernal que debemos más bien considerar un castigo, no un regalo. Es un regalo de la vida en la medida en que se nos está dando la oportunidad de salir de tal círculo. Pero "manosearlo" deja ver la ignorancia de quien lo hace, y esperar o querer renacer se considera una locura.

Solo aquellos que tienen una misión que cumplir en la Tierra, la de abrir los ojos de los ignorantes, pueden disfrutar del hecho de renacer. Los demás son prisioneros que adoran sus propias cadenas.

miércoles, 14 de abril de 2021

La reencarnación a través de los tiempos: de la Antigüedad a la Edad Media

 

De la creencia en la reencarnación a la fe en la resurrección, los hombres de la Antigüedad siempre creyeron en la inmortalidad del alma.

En una época en la que los medios  tecnológicos que posee la medicina moderna deberían permitir a esta última, y a los que supuestamente la encarnan o la utilizan, ser más humanos que nunca, atentos, benévolos y comprensivos, al mismo tiempo nos damos cuenta de que, a fuerza de querer combatir la enfermedad y la muerte, acabamos olvidando que es el hombre quien está enfermo, sufre y muere, no unas entidades abstractas y externas a la vida del hombre, sino que son parte integrante del mismo ser y de la vida. Así, plantearse la reencarnación no tiene nada de absurdo. Al contrario, es una buena manera de enfocar la muerte, por decirlo de alguna forma, o más exactamente, desde otra perspectiva, de enfocar lo fatal para todos nosotros. Tenemos el derecho de preguntarnos por qué un fenómeno tan vital -sin pretender hacer ningún juego de palabras-, inevitable, en todo caso, común a todo el mundo, al igual que muchas otras necesidades vitales, a las que están obligados a someterse toda mujer y todo hombre, se tiene en tan mal concepto, es tan incomprendido y mal integrado en nuestras sociedades modernas, aunque no está precisamente oculto. Nuestros antepasados se plantearon la misma pregunta, pero en primer lugar la abordaron, como siempre, intentando encontrar respuestas coherentes y en armonía con la naturaleza, su naturaleza, su historia y su vida. Y cada vez que se enfrentaban con lo desconocido o se encontraban en la frontera entre lo que podían dominar y lo que superaba su entendimiento, utilizaban la magia, los dioses y las fuerzas secretas de la vida. Los ritos y rituales que hoy atribuimos irónicamente a supersticiones de un tiempo pasado, oscuro e ignorante, en aquel tiempo servían de exorcismos o catalizadores de sus pasiones, tensiones y angustias.

La muerte siempre ha enfrentado al hombre con lo totalmente desconocido, con lo inexplicable y, consecuentemente, con el vacío, la nada y, por supuesto, las angustias irracionales e irreprimibles, que estas perspectivas y conceptos provocan en él sin pretenderlo. Al afirmar que a la naturaleza le horroriza el vacío, el hombre se ha identificado con ella, ya que es él mismo quien no soporta la sola idea del vacío. Entonces, de una forma u otra, hubo que dar vida a la muerte. ¿Y qué mejor medio para volver la muerte más real, más accesible, menos aterradora, que sacralizarla, concederle un ritual, incluso darle un nombre, un rostro, personificarla y divinizarla, e incluso situarla en el espacio y en el tiempo?

DE LA REENCARNACIÓN A LA RESURRECCIÓN

Así pues, desde la Antigüedad hasta la llegada del cristianismo,el concepto de la supervivencia del alma y de la vida eterna, de otra forma de vida distinta a la que se conocía en la Tierra y que se prolongaba más allá del umbral de la muerte, de donde nadie había vuelto físicamente -evidentemente, existen otros testimonios de la supervivencia del alma y del espíritu, pero no es a éstos a los que nos referimos en este momento-, ha evolucionado poco a poco, desde la noción de reencarnación hasta la de la resurrección, tan utilizada por los cristianos.

De manera que, para los chinos de la Antigüedad, el hombre poseía dos almas. Hun, la primera, era un principio celeste. Volvía, pues al cielo después de la muerte. Po, la segunda, era esencialmente terrestre. Volvía a la tierra. Los egipcios daban a la supervivencia del alma una interpretación bastante similar,puesto que, según ellos, después de la muerte física, el ka, el doble,la sombra o el espíritu difunto, se separaba de ha, el alma, que se representaba en forma de pájaro, cuya cabeza era sustituida por la del muerto. El ka volvía, pues, a la existencia física y material, mientras que el ha volaba hacia el otro mundo. Pero, tanto uno como otro, eran eternos.

Según los sumerios de Mesopotamia, después de la muerte, el difunto permanecía en Kur, la montaña o el país extranjero, que era de hecho el reino de los infiernos, donde llevaba una existencia muy parecida a la que tenía en la Tierra, pero donde debía vencer a siete dioses infernales para poder seguir viviendo tranquilamente. Más tarde, los caldeos, que hicieron de la astrología un verdadero culto religioso, creían que el alma del difunto tenía que superar siete pruebas en las siete esferas planetarias, antes de acceder a la vida eterna. Sin duda, fue inspirándose en el Kur de los sumerios como los hebreos imaginaron el Schéol, al cual se refiere el Libro de Isaías (XIV, 9-11) y los Salmos (Ps. 88, 6). Sin embargo, al contrario de los habitantes de Mesopotamia, no creían en la inmortalidad del alma, excepto los cabalistas, que según la idea del gilgoulim, se planteaban una revolución o un retorno de las almas.


En cambio, los griegos sí creían en ella. También inspirándose en el Schéol de Israel y en el Kur de Sumeria, hicieron del Hades el lugar donde todas las almas iban a parar hasta que, tal vez bajo la influencia hindú de creencias en la reencarnación, en el siglo VI antes de Jesucristo apareció el mito de Orfeo, que ejerció seguramente una profunda influencia en el cristianismo primitivo. Según este mito, por amor a Eurídice, su esposa difunta y, por consiguiente, prisionera de Hades, Orfeo descendió a los Infiernos con el fin de liberarla. Después de haber superado muchas pruebas, lo consiguió. Así, simbólicamente, Eurídice puede considerarse una representación del alma de Orfeo, a quien salvó de la muerte por amor. A partir de este mito, se constituyó toda una teología y nació en Grecia una verdadera religión iniciática: el orfismo. Luego vino la Resurrección de Cristo en Pascua, que se convertiría en uno de los fundamentos del cristianismo. "Si no hay resurrección para los muertos, tampoco Cristo ha resucitado, entonces nuestra proclamación está vacía y vacía también vuestra fe", dirá San Pablo en la Primera carta a los Corintios (1 Co 15, 13-14). En efecto, resurrección deriva del latín resurgere, que significa "resucitar". Al levantarse de entre los muertos, Cristo se libra de la muerte y encarna la llegada de una vida nueva.



miércoles, 7 de abril de 2021

La reencarnación. Historia y postulados

 

¿Nacer o renacer? He aquí la cuestión, podríamos decir. Buscando comprender de dónde viene el alma, sabremos quizá si ésta vuelve y adónde va...


Sobre todo en la India, la creencia en la transmigración de las almas está muy extendida, hasta el punto de haberse convertido en una verdadera doctrina. Muchas culturas, entre las cuales se hallan las de los antiguos griegos, los primeros cristianos y los gnósticos, fueron sensibles a este asunto. Se encuentran alusiones al respecto en las obras de Pitágoras, Platón y Plotino. No obstante, los pueblos de Mesopotamia -sumerios, acadios, caldeos, hebreos,etc.-, eran demasiado pragmáticos y realistas, y con una interpretación de la existencia humana muy fatalista, como para creer en una supervivencia del alma y en su posible reaparición bajo una nueva envoltura carnal. Así mismo, si bien los egipcios creían con certeza en otra vida después de la muerte -El libro de los muertos, las tumbas de los faraones y los ritos realizados en Egipto son pruebas  tangibles de ello-, en sus creencias nunca aludían a una nueva manifestación del alma en otro cuerpo. Por lo tanto, fuera de los sistemas elaborados por el hinduismo, por una parte, y por el budismo, por otra, no existe ninguna reflexión seria y profunda que se base en el principio de la reencarnación. Cierto es que por dondequiera que se escuche, se cuentan y se revelan testimonios, relatos o anécdotas a partir de las cuales podrían elaborarse hipótesis relativas a dicho principio. Pero en ninguna parte encontramos, como en la India o en el Tibet, una convicción profunda y serena, referida a apariciones en la Tierra de la misma alma a lo largo de los siglos y de los milenios.

LOS POSTULADOS DE LA REENCARNACIÓN

La creencia en la reencarnación implica el planteamiento de ciertos postulados. En primer lugar, hay que creer en la realidad del alma, considerarla como una entidad más o menos autónoma, que podría existir sin el cuerpo o fuera de él. Por lo tanto, se trata de creer en su supervivencia después de la vida sobre la Tierra y tras la existencia corporal. También se trata de creer en un lugar donde el alma prosigue su evolución, donde se encuentra a la espera de una envoltura carnal. A continuación, se hace necesaria la creencia en un principio según el cual, en la vida intrauterina o en el instante mismo del nacimiento, se produce un fenómeno que favorece la impregnación de un alma (un ánima) en un cuerpo para darle vida, es decir, para animarlo. De este modo, ya que todo esto debe tener un sentido, una justificación, una razón de ser, hay que creer en el destino del alma y, por lo tanto, postular que nada se pierde ni nada se olvida totalmente y que, de este modo, el alma reencarnada tiene la misión de realizar una tarea determinada y debe someterse a unas pruebas que le permitirán acceder a un nivel de evolución o de consciencia superior. Resta un último postulado: la trascendencia  del ser cuya alma es potencialmente capaz. Resumamos estos seis postulados, que hemos de tomar en consideración si queremos entender los criterios de esta creencia:

  1. El alma existe.
  2. El alma sobrevive después de la muerte del cuerpo físico y fuera de él.
  3. Existe una especie de purgatorio, de lugar donde van las almas que han dejado el cuerpo físico y donde se preparan para una nueva reencarnación.
  4. Una misma alma reaparece en un nuevo cuerpo. Incluso puede producirse este fenómeno numerosas veces, a lo largo de los siglos y los milenios.
  5. El alma memoriza las experiencias que ha vivido durante sus diferentes reencarnaciones. Por tanto, existe una tarea, una misión, un destino para cada alma.
  6. Las reencarnaciones sucesivas de una misma alma en diferentes cuerpos tiene un fin; pues éstas solo son pretextos para elevar al alma a un nivel de consciencia superior.


Sin embargo, todo esto no responde a otras preguntas esenciales que nacen evidentemente de tales principios. Éstas son: ¿de dónde viene el alma? ¿Es eterna? Y, en caso de una respuesta afirmativa, ¿por qué y cómo lo es? ¿Según qué criterios deja de reencarnarse? Cuándo ya no necesita reencarnarse en un cuerpo físico, ¿qué hace, y a dónde va?

Iremos viendo cómo los hinduistas y los budistas justificaron tales postulados y respondieron a estas preguntas, y también cómo algunos testimonios, ajenos a estas religiones, coinciden a veces con ellas.

UNA BREVE HISTORIA DEL ALMA

La creencia en la existencia del alma es sin duda muy antigua. Coincide con la creencia en un más allá, que sobrentiende la idea de la supervivencia del alma después de la muerte del cuerpo, es decir, de una parte que no muere del todo. Nuestros antepasados neandertales, hace aproximadamente 80.000 años, acostumbraban a entregarse a unos ritos funerarios más o menos elaborados, por lo cual puede decirse que "creían ya en algo, en cualquier otra parte...". Más cerca de nosotros, podemos leer en el antiguo catecismo de la doctrina cristiana esta definición sibilina, que podríamos considerar moderna, de la existencia del alma: "El hombre es un animal racional constituido por u alma y un cuerpo".

¿PODEMOS CONOCER NUESTRAS VIDAS ANTERIORES?

Que el alma se reencarne implica, evidentemente, que antes ha estado encarnada. ¿Podemos, debemos y, en caso afirmativo, descubrir y conocer nuestras vidas anteriores? ¿Se puede hacer?

Sí, afirman algunos mediums, los cuales pretenden poseer el poder o el don de leer en el gran libro de las almas, de ver, de revelar bajo hipnosis, normalmente, las sucesivas manifestaciones de tal o cual alma. Un método astrológico permite también, con la ayuda de una carta astral, examinar de dónde viene el alma de la persona interesada, adónde va y cuál es su cometido. Se trata de la astrología kármica que últimamente está experimentando un gran éxito y cuyo principio se basa en la teoría de los nodos lunares y de los planetas retrógrados.

¿Debemos averiguarlo? Esta pregunta debe ser respondida por la conciencia individual y la elección personal de cada uno. Pero cabe recalcar que una interpretación de la vida en la Tierra puede conducir a ciertas personas, psicológicamente más frágiles que otras, hacia un fatalismo, un abandono, un dejarse llevar, que se opone a las verdaderas creencias en la reencarnación y a las lecciones de vida que los verdaderos creyentes obtienen de ellas.


miércoles, 31 de marzo de 2021

El espiritismo

 

El espiritismo es una disciplina y una doctrina basada en el principio del arte de los médiums, elaborada por Léon Denizard Rivail, verdadero nombre de Allan Kardec, que a su vez se basa en dos postulados: la inmortalidad del alma y la comunicación entre muertos y vivos.

En 1857, Allan Kardec publicaba El libro de los espíritus, que tuvo una gran y profunda resonancia. Esta obra contó con partidarios incondicionales, como Charles Baudelaire y Camille Flammarion -así como Napoleón III, que recibió al autor varias veces en el palacio imperial-, y opositores encarnizados, como el erudito Pierre Larousse y el cardenal obispo de Barcelona, quien, en 1864, solicitó que la Sagrada Congregación del Índice de libros prohibidos por el Vaticano condenara todas las obras publicadas por el fundador de la doctrina espiritista. Como se ve, en el siglo XIX, abordar el tema de la pervivencia del alma y de la comunicación con los espíritus conllevaba la provocación y el tabú y desencadenaba pasiones. Sin embargo, la hostilidad de los racionalistas y los católicos no pudo detener el éxito popular, que iba en aumento, de la obra de Allan Kardec, el cual era no en vano pedagogo y que, por otro lado, escribió obras prácticas dedicadas a la enseñanza de la aritmética y de la gramática, poniéndolas al alcance de todo el mundo.

Kardec fue autor de dos obras completas y detalladas, un verdadero método para el uso de quienes creían en la inmortalidad del alma y deseaban entrar en contacto con los espíritus.

EL ESPIRITISMO, UNA FILOSOFÍA ESPIRITUALISTA

Las dos obras de Allan Lardec, El libro de los espíritus y El libro de los médiums, escritos en forma de pregunta-respuesta, no hacen referencia a ninguna doctrina religiosa concreta. Sin embargo, están impregnadas de una creencia inquebrantable en el más allá y en la reencarnación, así como en la existencia de una fuerza divina superior y una fuerza divina superior y una voluntad intrínseca -y, podríamos decir, instintiva- del alma de elevarse hasta ella.

Por eso, Allan Kardec subraya una progresión constante del alma durante sucesivas reencarnaciones y, también, la existencia de una certera solidaridad entre las almas encarnadas y desencarnadas.

Así pues, según él, debemos entrenarnos para que los espíritus de los difuntos y de los vivos en la Tierra se comuniquen a veces entre ellos.

Sin embargo, sus obras están llenas de alertas. Siempre según él, tanto si están en este mundo como en otro, las simpatías y antipatías entre ellas subsisten. Asimismo, los espíritus no son especialmente buenos por naturaleza.

Algunos de ellos pueden revelarse, sino despreciables, al menos malsanos, maquiavélicos o enfermos.

Allan Kardec da consejos prácticos para entrar en comunicación con los espíritus, pero insiste en las precauciones que hay que tomar para no dejarse engañar, desorientar, manipular, ilusionar por espíritus traidores o por visitas del propio espíritu. Al hacerlo, denunciaba a todos los curanderos e ilusionistas que campaban en su tiempo en ese terreno y, evidentemente, siguieron campando después de él.

Leyendo estos dos libros, se tiene el sentimiento de que la comunicación entre los espíritus no se puede establecer sin una preparación psicológica y moral que parece pertenecer al ámbito de la iniciación espiritual.

Allan Kardec definía espiritismo como una filosofía espiritualista.

Precisemos que su obra y su acción, mientras él vivió, nunca adquirieron un carácter sectario.

Allan Kardec

No tenían como objetivo reunir hombres y mujeres totalmente convencidos, los cuales, en su vida social, no encontraban las referencias, los apoyos y las aclaraciones necesarias para vivir y evolucionar, para formar un grupo, un clan o secta como sucede hoy en día.

Todo lo contrario, de la filosofía espiritista de Allan Kardec se desprende una apertura de espíritu, una tolerancia, una benevolencia que anula todas las barreras mentales o ideológicas que, casi siempre, además de volverles egoístas , dirigen a los hombres unos en contra de otros.

RESUMEN DE LOS PRINCIPIOS DE LA FILOSOFÍA ESPIRITISTA DE ALLAN KARDEC

El alma existe. Incluso preexiste. Es el principio primordial, origen de la vida. Sin ella, pues, la vida no existiría. El cuerpo solo es el envoltorio que toma prestado para manifestarse. Mientras que la vida  corporal o carnal cambia con la edad y muere, el alma nunca muere. El alma subsiste. Retoma su forma original. Pero conserva los frutos de las experiencias vividas durante su encarnación a través del pensamiento y se transforma.

El destino del alma es convertirse en Espíritu puro. Antes de alcanzar este grado de evolución, a medida que sus encarnaciones terrestres van teniendo lugar, adquiere, evidentemente, aptitudes, conocimientos y experiencias. El alma puede, entonces, compararse con la corteza de un árbol o con la corteza terrestre, que se constituyen de diferentes capas, cada una de ellas correspondiente a un período de la vida del árbol o de la Tierra. Por eso, ya no se trata de un alma, sino de varias almas. Juntas constituyen un Espíritu. Los sufrimientos y las adversidades del Espíritu. Los sufrimientos y las adversidades del Espíritu, así como sus alegrías y su felicidad, son generados exclusivamente por él. Él es su propio juez. Ningún Espíritu puede juzgar o condenar a otro. Ni siquiera se le ocurre. De ahí que cada Espíritu posee todos los remedios para sus males.


El mundo de los Espíritus procedentes de las almas desencarnadas o desincorporadas se imbrica con el nuestro. Forma parte  del nuestro, así como el nuestro forma parte del suyo. Sin embargo, puesto que los Espíritus son producto de las almas de los hombres, no son más que lo que nosotros somos. Experimentan las mismas alegrías y las mismas penas. Viven lo que nosotros vivimos. Incluso tienen las mismas aspiraciones que nosotros, son felices o desgraciados como nosotros.

Y, al igual que nosotros, pueden ser solidarios o indiferentes. Existen varios grados de evolución en el mundo de los Espíritus al igual que en la vida humana.

Por último, para comprender los fenómenos y los principios que rigen el mundo de los Espíritus, basta con saber que proceden de los que gobiernan los ciclos y las leyes de la naturaleza sobre la Tierra.

Para descubrir más detalladamente la obra de Allan Kardec, se puede leer el Libro de los espíritus y el Libro de los médiums, en cualquiera de sus ediciones.