Remitiéndonos a las fuentes de la creación del cuerpo astral, nos encontramos con la primera aparición del ángel
A menudo oímos a algunas personas hacer alusión a su cuerpo astral que, según sus testimonios, y los tiene la facultad de separarse de su cuerpo físico y desplazarse en el espacio, a veces, incluso, en el tiempo.
Algunos también pretenden que tienen la capacidad de utilizar su cuerpo astral cuando quieren, simplemente poniéndose en condiciones de hacerlo. Otros, con los pies más en el suelo, sonríen o se burlan de esas afirmaciones, que no se toman en serio.
Pero muchos creen en este tipo de experiencias, aunque no las hayan vivido. Según un sondeo hace algunos años, el 57% de las personas preguntado creía en la existencia de un cuerpo astral y el 82% de ellas estaba convencido de que hay misterios que la ciencia nunca conseguirá resolver ni explicar. Lo creamos o no, debemos admitir que, desde siempre, el hombre sueña a menudo que vuela como un pájaro -se trata de un sueño recurrente y al mismo tiempo común a todos y que tenemos al menos una vez en la vida-, y los hombres voladores siempre han frecuentado nuestra imaginación.
Y aunque, hoy en día, nos haga sonreír el ver en viejas copias de películas de principios de siglo XX a hombres que, identificándose con Ícaro, se tiran desde lo alto de edificios o de montañas, encaramados en un complicado aparato provisto de alas para intentar volar, al mismo tiempo no hemos parado hasta ver realizada la hazaña de construir máquinas elaboradas con una tecnología de lo más sofisticado. Estas últimas no nos permiten realmente volar con nuestras propias alas, pero de todas formas, nos permiten volar y desplazarnos a velocidades impensables, desde un punto a otro del planeta, en un tiempo relativamente corto. Y lo que es más, hemos visto volar tantas veces a Superman o a Batman en las pantallas de cine y de televisión, que casi no nos sorprendería ver volar a un hombre realmente sobre nuestra casa o ante la ventana de nuestro hogar situado en el décimo piso de una torre de hormigón. Por lo tanto, pensándolo bien, la existencia de un probable cuerpo astral no nos parece tan inverosímil.
¿DE DONDE VIENE LA CREENCIA EN UN CUERPO ASTRAL?
Probablemente las fuentes de la creencia en el alma, en la muerte y en el renacimiento, residan en la cábala, en algunos textos del Talmud de Babilonia en primer lugar y luego en el Sefer ha Zohar, más conocido por la sencilla apelación Zohar o Libro del esplendor, que data del siglo XIII de nuestra era. En las obras de los cabalistas descubrimos la noción de tselem o cuerpo astral, una esencia espiritual que todo hombre nacido en este mundo y que vive en la Tierra posee. Según estas nociones y creencias propias de los cabalistas, durante la concepción del feto por parte de la mujer, es decir, en la vida intrauterina, el ser que va a nacer será capaz de "ver" su futuro cuerpo, es decir, la cubierta corporal en la que su alma se encarnará.
Existirá y subsistirá después como una especie de sosia espiritual, que sería el semejante idéntico de su cuerpo físico y temporal. Este cuerpo astral, entonces, será el modelo divino sobre el cual el futuro ser realizará su propio cuerpo humano.
DEL CUERPO ASTRAL AL CUERPO DEL ÁNGEL
Así es como algunos seres, tal vez más iluminados que otros, o sencillamente porque su visión de la realidad estaba fuera de la normalidad y era diferente de la que todos tenemos en común, fueron dotados de la capacidad de ver lo que entonces se denominó cuerpo de luz, cuerpo divino, cuerpo glorioso y, finalmente cuerpo astral.
Señalemos que la creencia en la existencia de ángeles se basa en este mismo principio.
En efecto, algunos seres que han vivido la aparición o la revelación de este sosia o doble luminoso de su propio cuerpo físico a plena luz, no en sueños -sosia con capacidad para desplazarse en el espacio en total libertad-, vieron en él el rostro y el cuerpo del ángel tal como se lo imaginaban.
Los testimonios de seres que han tenido experiencias extraordinarias se van confirmando a través de los siglos, así los occidentales de la Edad Media creían en la existencia real, o más exactamente supra-real, de ángeles que vivían en otra dimensión, en otro cielo intermediario entre Dios y los hombres, y que desempeñaban el papel de mensajeros de la palabra divina, de protectores y de iniciadores de hombres y mujeres.
Por eso, el cuerpo del ángel y el cuerpo astral hacen uno solo, y el ángel no es otra cosa que nuestro sosia, nuestro doble, nuestro modelo divino. Según los cabalistas, cuando contemplamos el ángel, nos estamos contemplando nosotros mismos.
Ahí encontramos una creencia común a todas las civilizaciones y religiones del mundo: este mundo es un producto de nuestra visión, de la mirada que proyectamos sobre el mismo. Desde el momento en que dejamos de verlo, ya no existe.
Pero, entonces, es lícito que nos preguntemos: si este mundo no existe, ¿qué es lo que existe? Para los cabalistas la respuesta es: no hay ninguna diferencia entre un soñador y su sueño. Forman uno solo. Tal como dejó escrito el novelista Thomas Mann: "Podría ser que la acción de soñar formara un todo donde el sueño y su interpretación resultan inseparables; y el soñador y su sueño solamente son distintos en apariencia, en realidad, son intercambiables y hacen uno solo, puesto que ambos forman un todo".
LA CONSTITUCIÓN DEL CUERPO ASTRAL
Según la antigua tradición, el cuerpo humano está compuesto de tres cuerpos: el cuerpo físico, el cuerpo etéreo, constituido de cuatro éteres o fluidos sutiles, y el cuerpo astral. Este último estaría formado de una cubierta ovoide difusa, presa de torbellinos incesantes, remolinos fulgurantes que a veces se aceleran, según los pensamientos, sentimientos, emociones, deseos y humores del ser en cuestión. Tendría 7 puertas de percepción, que se sitúan exactamente en los puntos de los chakras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario